16/09/2024
En Los autonautas de la cosmopista, el libro que escribió
junto a Carol Dunlop, Julio Cortázar cuenta su costumbre de cambiar los nombres
a su antojo y el cronista de esta nota lo intenta imitar, metiendo de manera
caprichosa la letra "L" en "artesano", lo que posibilitaría en un lector
sensible imaginar la unión del arte con un club emblema de la expresión
popular; un hecho similar al que se ve en una de las últimas escenas de la
película El secreto de sus ojos, cuando el protagonista agrega la letra "A" a
"temo" para que se forme "Te amo".
En el camino de cambiar las palabras, a veces
imprescindibles, a veces hermosas y a veces molestas como moscas, surge la
posibilidad de cambiar la vida, de mejorarla, de hacerla, aunque sea una pisca,
más heroica.
Y en este tren de metamorfosis, llega Axel Ortiz, uno de los
artistas que hace de Tandil un imán de belleza, esa idea que de tanto en tanto
nos interpela tras el legado de Platón.
Con sus manos hábiles y de movimientos lentos y seguros y su
creatividad siempre despierta y desafiante, el profesor del Ipat (Instituto del
Profesorado de Arte Tandil) y organizador de eventos nacionales sobre muralismo
viene regando de color paredes que ya no son tales, sino acuarelas de
esperanzas.
En este trabajo - encargado por Spica, museo de la palabra-
su talento iluminó el escudo amado por Osvaldo Soriano, que, como al pasar,
señala: "los ideales son la única forma de saber que estamos vivos".
"Las lecciones de la realidad no matan al idealista: lo
educan", dice José Ingenieros en El hombre mediocre y eso expresa de alguna
manera también esta nueva pintura en ese libro de ladrillos hecho por la peña
El Nuevo Gasómetro Tandil en 2008 para celebrar los cien años de la institución
del cura soñador Lorenzo Massa.
Es que desde entonces de vez en cuando aparece por allí la visita
de los vándalos, que son los otros representantes de la mediocridad organizada,
para, en vano, sembrar a rayas bobas su desánimo; pero la terquedad valiente de
quienes desean una existencia más digna vuelve a cultivar el encanto precioso
del buen gusto en el lugar.
La figura del escritor de Triste Solitario y final; No habrá
más penas ni olvidos y Cuarteles de invierno, entre otras maravillosas y
exitosísimas novelas, con paso por la redacción en El Eco de Tandil, resalta la
totalidad de esta obra sobre la avenida Machado, que detrás tiene apellidos de
obreros de la palabra residentes en esta ciudad.
Alejandro Latorre, fue quien gestionó esta actividad. El
periodista se propuso en los últimos años resaltar a sus admirados colegas con
libros sobre la radio, la gráfica y la televisión lugareña. Antes había sido
parte de la fundación de la peña de San Lorenzo, a la que le dijo adiós después
de haberle destinado 30 años de trabajo, que incluyeron otros libros, cientos
de gacetillas, para elevar al Casla y a sus hermanos de alas negras, y de haber
inaugurado la sede social en el barrio La Movediza el primero de abril de 2022.
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