07/06/2023

Espectáculos

Cultura UNICEN: Con Oscar Tavano, se fue un grande de la música nacional

La Universidad Nacional del Centro, a través de su Área de Cultura, con la emoción y congoja que todos sentimos, manifiesta públicamente el pesar profundo por el fallecimiento del talentoso músico tandilense Oscar Tavano.

En el año 2007, esta Casa de Estudios le realizó un merecido homenaje a su trayectoria en el Auditorio del Centro Cultural Universitario. Seguramente nadie pensó, en esos días tan gratos, que 16 años después recibiría otro reconocimiento, pero con motivo de su partida de este mundo.

Porque el querido Oscar se ha ido de gira hacia otros planos, como se acostumbra a mencionar cada vez que parte un artista. Con el maestro Tavano se ha marchado un baluarte inconmensurable de la cultura, pero sobre todo un pilar insustituible de la identidad local y regional.

Había nacido en Tandil el 19 de mayo de 1962. Vivió siempre entre el barrio de la Estación y “Barrio de las ranas”. Concurrió a la escuela 37, donde también concurrieron sus tres hijos. Estudió el secundario en las Escuelas Técnica y Normal. Hizo posteriormente cuatro años de Ingeniería en Sistemas en esta Universidad, hasta que abandonó para dedicarse a la actividad musical. Debutó siendo adolescente, cantó temas de Megías Godoy y de don Alfredo Zitarrosa, entre otros. Luego de haber sido precoz acordeonista, empezó a tocar quena y flauta traversa. En 1989 fundó el inolvidable grupo “La Forestal”, auténtico patrimonio cultural de la ciudad.

LOS OJOS DE SU MADRE…

En una entrevista periodística que le realizó hace algunos años el escritor y gestor cultural Néstor Dipaola, que se desempeñó hasta su jubilación en esta Casa, Tavano declaraba que comenzó a girar su vida hacia la música “a partir de la visión de mi madre, porque ella me envió a aprender acordeón antes de empezar a ir a la escuela, o sea que sabía tocar el acordeón antes de saber leer. Lo hice con la señora Liry Baretta, por mucho tiempo, casi hasta los catorce años. Fue una gran docente de música y maestra de la vida”.

Respecto de su debut artístico, dijo: “Fue a los 17 años, en un boliche que se llamó La Traba. Estaba ubicado en la ruta. Me acompañaban entonces Luis Maggiori, hoy en día prestigioso escritor tandilense, que está radicado en La Plata. Tocaba la guitarra. Él estuvo siempre muy ligado a la música porque desde hacía un tiempo estaba trabajando con los Techeiro en Vereda Musical. Y el otro era Darío Gorosito, muy buen actor y director de teatro. Fue en la confitería Grisby, como solista, tocando la guitarra y cantando. En el mismo escenario tocaron Los Tiwanacu y una chica de nombre Liliana. Entre otros temas, canté Yo soy de un pueblo pequeño, del nicaragüense Megías Godoy, así como Milonga para una niña, de Alfredo Zitarrosa. Enseguida, me presenté en el Primer Festival Folklórico de la Sierra”.

Y añade: “En un momento me entusiasmé con la quena y realicé algunos viajes al Norte. Estuve en todo lo que es la Quebrada y llegué hasta Bolivia. Luego me puse a estudiar flauta traversa acá en el Conservatorio, con el maestro Javier Logioia Orbe, que es hoy un prestigioso director de orquesta. Después me fui a vivir a La Plata, donde estudié en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional”.

Y el gran Oscar Tavano, en su calidad de uno de los pioneros en la constitución de la Escuela Municipal de Música Popular de Tandil, recordaba esa etapa de la siguiente manera:

“En ese aspecto puedo decir que Cacho Testa, que era Subsecretario de Cultura de la gestión de Gino Pizzorno, y Margarita Sgró, directora de Educación, fueron verdaderos pilares en el desarrollo de mi vida. Ellos me propusieron algo tan importante cuando yo estaba viviendo en La Plata. Me convocaron a mí junto a Luigi Tangorra, Coie Granato, Toco Saldívar, entre otros. Cuando la escuela empezó a funcionar, viajaba para trabajar aquí en horas cátedras para la flamante escuela, pero en los barrios. Era fines de la década del ochenta. En esos viajes me conecté con Maguila (Althabe) y con Bernardo Pérez y decidimos fundar el grupo La Forestal. Poco después se incorporó Guillermito Irigoyen, cuando yo estaba de nuevo viviendo en Tandil”.

POR SIEMPRE, LA FORESTAL

En cuanto a los inicios de la emblemática banda La Forestal, evocaba Oscar en la comentada entrevista:

“Debutamos en 1989 en el Auditorium Municipal. El municipio nos dio una mano y en particular Pascual Pina que estaba encargado de toda esa parte. Nos presentamos como cuarteto, grabamos el primer disco ese mismo año. Se llamó Sembrando América. Poco después empezaron los viajes. Y en 1991, con un grupo que se llamó primero Corradini-Campos y luego Los Corradini, logramos presentarnos en Europa. Estuvimos algo más de un año recorriendo Italia, Francia, Suiza, Alemania, España, Austria. Hicimos muchas presentaciones, en algunos lugares varias veces como ocurrió con la ciudad de Florencia”.

Respecto de La Forestal, mencionaba con emoción:

“Es un pedazo importante de mi vida. Fueron todos compañeros entrañables con los cuales aprendimos a desarrollarnos en esto de la música, y también en lo personal porque compartimos muchísimas horas y muchos días en tantos viajes. Hicimos experiencias muy interesantes, como la de las plazas. Fue algo increíble, sin acuerdos previos, de una manera anárquica. Llegábamos a la plaza principal el día viernes. Bajábamos los equipos y nos conectábamos con el placero, ‘robábamos’ luz (el placero nos daba un enchufe) y nos poníamos a tocar los tres días del fin de semana. Pero como el trabajo gustaba, entonces sí, después volvíamos contratados por el municipio. Hasta que nos contrató la provincia de Buenos Aires para recorrer distintas ciudades. Nos pasaron muchas cosas interesantes, como el trabajo conjunto que hicimos a partir del año 1990 con el grupo de baile de El Cielito, que tiene un gran prestigio a nivel nacional. Eso hizo que a través del tiempo, todavía se dan casos de que hay ballets en distintos puntos del país que bailan algún tema de La Forestal.

“LA 39-47”, AQUEL RECORDADO HOMENAJE A LA LOCOMOTORA

Resulta imposible olvidar el emblemático tema dedicado al ferrocarril. Tiene mucho que ver la parte autorreferencial, el barrio, la historia de su padre como trabajador del riel. Y respondía:

“Sí, claro. Mi padre estuvo siempre ligado al ferrocarril. Empezó a trabajar desde los tiempos en que las máquinas se encendían a leña. Después vino el carbón, el petróleo y por último eléctrico, es decir las famosas máquinas diesel. Alcanzó a vivir todas esas épocas. El tema se llama La 39-47, que fue una máquina que estaba parada en lo que es hoy la playa que da a la calle Alsina, donde hay unos galpones. Yo de chico iba a jugar a esa máquina, con los demás pibes del barrio. Era una máquina enorme”.

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